Parashah Vaiekjí

Se acerca el final de los días de Iaákov y antes de morir pide que no lo entierren en Mitzráim sino ser enterrado junto a sus padres, por lo que Iósef jura hacerlo de esta forma. Iósef se presenta con sus hijos ante su padre antes de que muera, al verlos Iaákov toma a Efraim y Mánasheh, como hijos suyos y así serán contados cada uno como una tribu dentro de las 12. Luego de esto, ambos hijos reciben la bendición de su abuelo de ser como grandes peces en medio de la tierra.

Luego, Iaákov llama a todos sus hijos para declararles lo que ha de acontecerles en los días postreros. Aunque en algunos casos se habla de bendiciones, en la mayor parte de los casos se trata de profecías sobre el futuro de cada tribu y de descripciones de los atributos y características de cada una de ellas.

Iaákov pide a sus hijos que una vez muerto lo entierren en la cueva de Makjpelah, que Avraham le había comprado a Efrón, y luego muere. Una vez muerto, Iósef ordena embalsamar a su padre, a quien se le hizo luto durante 40 días en Mitzráim, luego de ello solicita permiso al Faroh para que él, sus hermanos y todos los miembros de sus familias, junto con los ancianos de Mitzráim, viajen a Kjenaán a sepultar a Iaákov, como él lo había pedido.

Iósef regresa con todos a Mitzráim de sepultar a su padre y sus hermanos temen que una vez muerto el padre, él intente vengarse por lo que le habían hecho, pero, Iósef les asegura que no deben temer pues todo fue obra de Elohim y que él los seguirá sustentando.

Iósef le pide a sus hermanos que sus huesos sean llevados de Mitzráim y les asegura que Elohim los visitará en esa tierra para llevarlos a la tierra que les juró, luego muere a los ciento diez años.